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sábado, 30 de abril de 2011

Capítulo 9: Problema nuevo


Pasé una mala tarde tres días después. La cena que tuve con Vanesa y Mery estuvo muy bien, y además de enterarme de algunas cosas sin importancia, noté que Mery me estaba tomando mucho cariño… Y yo lo agradecía. Una de esas tres tardes, no recuerdo cual, estaba apunto de meterme en la cama porque me encontraba cansado. Pero unos golpecitos sonaron en la puerta de mi piso. Miré la puerta como si la pudiera abrir con la mirada. Finalmente, me acerqué y abrí. Me encontré con Okiyo. Iba vestida con ropa ajustada, como siempre. Y su pelo negro estaba suelto. Parecía una buena chica y todo… Pero la veía más guapa que otras veces. La luz tenue del pasillo, realzaba sus rasgos japoneses. Y aparte de eso, sus ojos. Eran casi negros, pero me penetraban como si fueran cuchillas.
-¿Qué quieres?- le pregunté serio.
-Oh, venga… Quería saber como vas recogiendo el dinero para Stefan. ¿Me vas a dejar entrar?
-¿Y si te digo que no?- pensé que al decirle esto, se daría media vuelta y seguiría con su camino.
Pero Okiyo puso una sonrisa de esas que me confundía. Se acercó a mi demasiado, y tuve que dar un paso atrás. Pero ella se me adelantó, y me cogió por debajo del cuello de la camisa.
-No querrás que me quede solita ¿verdad?
Y dicho esto, me besó. Sus labios recorrieron los míos. Su beso fue uno de los más apasionados que tuve en mi vida. Nuestros cuerpos se pegaron, y aunque no quería tocarla porque en realidad no sentía nada por ella; Okiyo me cogió ambas manos y las puso en su culo. No podía quitar las manos de donde estaban, porque en realidad, estaba cómodo con las manos ahí… Pero Okiyo me apartó un momento, me miró y se rió. Me volvió a besar. Tenía que haberla apartado de mi mucho antes porque no sabía nada de lo que iba a pasar. Oí unos pasos por las escaleras. Pero Okiyo me tenía tan apretado a ella, que además de oler la colonia que llevaba puesta, no podía separarme. Los pasos siguieron subiendo, y sentí como llegaban hasta el pasillo donde estábamos Okiyo y yo besándonos; Y en donde estaba mi casa. Okiyo pasó la mano por detrás de mi nuca, y me apretó más. Notaba todas sus curvas con solo sentirla. Se me ocurrió abrir los ojos, y vi justo a pocos metros de nosotros, a Rachel con la boca abierta. Tenía los ojos llorosos. Y no tardó nada en que se le derramara una lagrima por la mejilla. Intenté disculparme, pero Rachel salió corriendo escaleras abajo. Okiyo también la vio. Pero se limito a sonreír, y cuando se fue Rachel, me metió de golpe en mi casa. Continuó todo. Aunque en el fondo se mi ser no quería acostarme con Okiyo, no podía parar. Sentía aun la imagen de Rachel en mi mente, cuando Okiyo se echó encima de mi desnuda completamente.
Al despertarme la mañana siguiente, encontré a Okiyo durmiendo en mi pecho. Su pelo negro olía a flores, y estaba desperdigado por mi pecho. Los dos estábamos desnudos en la cama de mi casa. Esa misma noche pasada, ella y yo estuvimos haciendo el amor. Contemplé el cuerpo desnudo de Okiyo… Y fue impresionante. Me di cuenta, que los cuerpos de Rachel y Okiyo eran muy parecidos. Pero ésta tenía más pecho que Rachel; Y eran muy distintas en la cama. Rachel era más madura, y en cambio, Okiyo era como una niña juguetona.  Ésta levantó la cabeza al oír mi respiración agitada, y me miró.
-Buenos días- me dijo.
A continuación, me dio un beso en los labios y puso esa sonrisa que no sabía interpretar. 
-Buenos días, Okiyo- le respondí.
Me levanté de la cama desnudo, y busqué mi ropa interior. No la encontraba por ningún lado, y cogí unos calzoncillos del cajón que había en mi mesita. Me los puse, y cuando iba a salir de la habitación, Okiyo saltó a mi espalda y me empezó a besar por el cuello con una ternura que me produjo un poco de placer. Por lo que pude ver de reojo, ella estaba envuelta en una sábana blanca. En la sábana de la cama para ser más exactos.
-No quiero que te vayas…- me susurró en el oído.
-¿Por qué no? Tengo que recoger un dinero por si no lo recuerdas…
-Lo recuerdo perfectamente, Raúl. Pero me gustaría pasar un poco más contigo. Anoche me lo pase muy bien.
-Bueno… Anoche también me lo pase muy bien. Pero tengo que recoger el dinero para Stefan. No quiero perder más tiempo.- la bajé de mi espalda como pude.
Y Okiyo me cogió la cara entre sus manos elegantes y finas, y me besó de nuevo. ¿Por qué me gustaban tanto sus besos? ¿Por qué no podía dejarla a un lado? ¡Era mi enemiga! Y ahí estaba yo… Besándome con ella. Pero pensé en Rachel. La mirada que vi la noche pasada en ella… Los ojos marrones de Rachel me parecieron lo más triste que vi en toda mi vida. Salí de mi casa con Okiyo detrás. Pensaba que ojala se fuera lejos de mi, pero no hizo eso. Antes de montarse en su mercedes negro, me miró con diversión.
-Te estoy vigilando. No cambia nada lo de ésta noche pasada con lo que he venido hacer aquí…
Se montó en su mercedes, y la vi desaparecer a toda velocidad. Tenía que ir a ver a Jane. Desde que me mandó a la mierda aquel día en la tienda, no la había vuelto a ver. Y me temía, que cuando me volviera a ver de nuevo, no me escuchara. Llegué a la tienda con mi moto. Cuando vi a Jane en el mostrador atendiendo a un anciano, comprendí que era, sin duda, mi mejor amiga hasta entonces. Me miró de una forma que caractericé como decepcionada. Se despidió del anciano, y me miró fijamente apoyando las manos en el mostrador.
-Perdóname- conseguí decir sin que me temblara la voz.
Me acerqué al mostrador, y sentí sus ojos azules en mi. Estaba un poco más alta, pero la vi idéntica. Llevaba su pelo pelirrojo recogido en una cola de caballo, e iba vestida con el uniforme de la tienda.
-Lo siento ¿vale?- continué diciendo- Tengo problema, y no sé como solucionarlos. Bueno, sí que lo sé… Pero no puedo estar pendiente de esos problemas, teniendo uno más grave que es perder tu amistad. He pensado que e hecho miles de estupideces y tonterías… Y la que más me a afectado, a sido la tontería que hice al venir aquí con Rachel. Me trajo ella, pero da igual… El no poder contar con una amiga como tú, me vuelve loco.
Bajé la mirada al mostrador. Todo lo que estaba diciendo era cierto. Jane había sido el máximo apoyo desde que llegué al pueblo. Me había escuchado muchas tardes sentados los dos en el sofá de mi casa; Contándole mis pensamientos, lo que me atormentaba… Y no quería perderla por celos o por lo que fuera… Porque tenía problemas peores. Y los mayores problemas que me preocupaban, los que no me dejaban dormir con mis sueños convirtiéndolos en pasadillas, eran los referidos a Jane y a Rachel. Quería solucionar las cosas con Jane. Porque me temía, que después de eso, tendría que llorar por Rachel. Y eso no quería admitirlo, pero sabía que era verdad.
-Yo tampoco puedo estar cabreada contigo, Raúl- me aseguró Jane, saliendo del mostrador- Porque eres como un hermano mayor para mi. Aunque… mis sentimientos vayan a más, yo los detengo. Eres un buen amigo. Pero entiéndelo. Me cabreó verte con Rachel. Encima, con mi compañera de trabajo. Imagínatelo.
-Te entiendo.
No me pude esperar, y le di una abrazo. La levanté del suelo ya que pesaba poquísimo, y Jane dio un grito de susto. Aquella era la Jane de siempre. La que conocía. Justo allí, le conté todo lo que me había pasado. Stefan Brulloti, lo de Rachel.., lo que hice esa misma noche pasada… A esto, respondió:
-Raúl, ¿sabes lo que has hecho? Rachel siente algo por ti que no lo siento ni yo. Es como un vínculo que tenéis los dos.  Ella me ha hablado muy bien de ti… Y te aseguro, que está pillada por ti, hermano.
Puse una cara de asombro a esto último, y Jane soltó una carcajada.
-La tienes que recuperar- me siguió diciendo- No sé ni como, ni donde… Pero la tienes que recuperar. Y escúchame, me importa un bledo como éste esa tal Okiyo… Lo único que te pido, es que la evites. A toda costa.
-Más guapa que tú no es. Te lo aseguro.
Jane se sonrojó, y me dio un pequeño puñetazo en el hombro para que me callara.
-Me da igual como sea- aseguró Jane.-Pero evítala.
Asentí como hace un alumno ante la orden de su profesor. Y cuando pensaba que la conversación había terminado, Jane dio un suspiro largo.
-¿Y a ti te ha pasado algo?- le pregunté.
Jane bajó la mirada. Me contó que hacía dos días había conocido a un chico en una discoteca. Le pareció amable y simpático. Y además, me contó que le daba vergüenza contármelo. Me di cuenta que Jane se estaba haciendo mayor poco a poco. Y me alegré por ello. Pero mi alegría duró poco al recordarme a mi mismo, que tenía que buscar el dinero para Stefan. Si me pudiera haber olvidado del dinero… Sin duda lo hubiera hecho. Pero no podía. Tenía que llevárselo. La cantidad iba casi a nueve mil dólares, y solo tenía dos mil… Tenía que encontrar un trabajo, pero en cada sitio que preguntaba, me decían que todas las plazas estaban ocupadas. Incluso fui a una empresa de electricidad para ver si tenían un puesto de trabajo. Pero nada. La única solución que me quedó, fue ir al bar que había ido cuando Rachel me llamó para quedar conmigo. Fui al bar, y le pregunté al camarero que donde estaba el jefe. Él me contestó con una voz demasiado grave para un joven de dieciocho años, que estaba en la barra tomándose un whisky. El jefe era un hombre bajito y gordo, y tenía una forma de vestir un tanto rara. Él me dio el trabajo que yo deseaba y necesitaba…  Si no hubiera sido por él, no sé lo que hubiera hecho.

1 comentario:

  1. Okiyo es una tigresa O.O

    Tu forma de escribir y relatar cada dia me sorpende más *-* jajaja ;)

    Siempre me dejas en intriga ( como la ultima vez ) ¬¬

    Sigue así, me encanta tu blog jejeje

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