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viernes, 22 de abril de 2011

Capítulo 7: Ten cuidado con tus planes...


-Déjame explicarte que yo…
Rachel me hizo un gesto con la mano para que me callara. Sentí como el estómago se me cerraba del miedo, y caí en la cama de espaldas con los ojos cerrados.
<<Sin una vida, hija…>> Eso es lo que le dijo Vanesa a su hija antes de irme una tarde a comprar. La vi en el rellano de la escalera contándole una historia a su hija Mery. Mery era una niña de estatura media porque todavía no había crecido. Su pelo era idéntico al de su madre, pero sus ojos… Cuando se giró para saludarme -por orden de su madre,- sus ojos me sorprendieron tanto que abrí la boca de asombro. Eran de color avellana muy claros muy claros… Como si el marrón se hubiera disuelto con agua. Mery, al ver mi cara de idiota, se rió por lo bajito. Noté como se sonrojaba al seguir mirándola confuso. Pero su madre me pilló, y se rió a carcajadas.
-Eres el primero que hace eso…- me dijo Vanesa, sonriendo.
Vi como ella y su hija se alejaban por las escaleras.
Pero, aun recordaba como me quedé cuando le vi los ojos a Mery. Eran preciosos. Nunca los había visto.
-Le debes dinero a Brulloti- me recordó Rachel cuando empezó a hablar. Me sacó de mis recuerdos tan bonitos cuando descubrí a la pequeña Mery. Rachel se hizo un moño con una goma del pelo, y me miró furiosa.
-No me acordaba. Ni tan siquiera sabía que de lo que hice esa noche.
-Pues yo sí. Fui una de las invitada de Stefan. Yo no tenía nada con él…- me explicó Rachel, caminando por la habitación del hotel porque oí sus tacones- pero fue un gran amigo. Y lo sigue siendo… Aunque creo que ahora estará un poco-demasiado cabreado conmigo.
-¿Contigo?
-Sí. Me dijo que no le gustaba que estuviera una piedra preciosa en manos de un negro que debía ser un esclavo.
Comprendí aquella insinuación perfectamente. Sino… ¿Qué yo era el negro y ella era la piedra preciosa?
-Conozco también a su familia. Joder, Raúl.- exclamó Rachel.- Menudo embrollo te has echado encima. Dime, ¿qué plan tienes para solucionarlo?
-¿Plan?- repetí asustado.
Ya todo aquello me parecía una película de acción, con traficantes y etcétera… Pero si encima Rachel añadía la pregunta: <<¿Qué si tenía un plan?>> Ya era el colmo… Porque la película no podía ser mas completa. Abrí los ojos, ya que había estado hablando todo el rato con los ojos cerrados. Me encontré con los ojos marrones de Rachel. Estaba muy cerca de mi. Prácticamente, pegados. Parpadeé sorprendido, pero ella estaba seria.
-Necesitamos un plan. Sabía que iba a pasar esto…- suspiró- ¿Por qué lo has dejado todo para el final? Sí no hubiera sido por Vanesa no sé lo que te hubiera pasado.
-¿Vanesa?- le interrumpí con los ojos entrecerrados. Ya lo entendía todo. Mi vecina le había llamado a Rachel, pero… - ¿De qué conoces tú a Vanesa?
Rachel guardó silencio, y siguió mirándome seria.
-Me recuerdas a un adolescente.
Iba a decir algo, pero ella me tapó la boca con sus labios. Los sentí junto a los míos. Su cuerpo y el mío se pegaron más. Se dejo tumbar encima de mi. La separé sin causarle un rechazo, y la miré.
-¿Cómo un adolescente?-mencioné- ¿Qué quieres decir?
-Quiero decir…- me respondió ella quitándome la camisa blanca- que un adolescente es igual de pasota que tú ahora. - tiró la camisa a un lado de la habitación. Sus ojos estaban ahora con un brillo especial. Me pasó su dedo fino y largo por mi pecho desnudo… Y sentí una electricidad.- ¿Me vas hacer sufrir?
-Solo si tu quieres. Nunca he tratado mal a una mujer.
-Pues mas te vale que no sea yo la primera a la que trates mal.
Le toqué la cara con el dorso de la mano, y sonreí. Parecía como si el mundo girara alrededor de ella. Era guapa, tenía buen cuerpo… ¿Qué más podía pedir? Cuanto más la miraba, mas… Dejé la frase en el aire de mis pensamientos. Porque era mejor no acabarla. Al mirarla me recordaba a una película que vi hacía un tiempo. No tenía nada que ver con lo que estaba apunto de suceder en aquella habitación, pero la imagen de la chica protagonista de la película se ajusto a Rachel como un guante. Rachel no tenía la cara pintada de blanco, con los labios rojos, el pelo recogido en un moño de geisha y acompañada de un kimono de azul cielo con flores bordadas en él. Esa película me acordaba que me hizo llorar a mis dieciséis años. Nunca había llorado con ninguna película por mucho que los demás presentes lloraran sin más. Pero con aquella película -que me obligó una novia a verla- lloré demasiado; Viendo como la protagonista tenía que afrontar cosas difíciles. Parecía como si la cara de la joven geisha, fuera idéntica a Rachel. Aunque, dado, que ésta no llevaba ni tan solo un kimono puesto. Pero no sé… la pude comparar, porque las dos eran muy hermosas. Pero había tantas diferencias en sus interiores que ni yo me atrevía a nombrarlas.
Rachel se quitó de encima de mí, y salió de la habitación sin decir nada. ¿Qué pasaba ahora? ¿Le había dicho algo o era por qué me quede parado en mis pensamientos? No sé porque fue, pero Rachel se fue un buen rato. Mientras tanto, entré en el baño para verme. Al mirarme al espejo, di un respingo. Llevaba un poco de barba. Mis ojos verdes transparentaban unas emociones que me hicieron llorar. No había llorado desde la muerte de mi madre. Pero el poder desahogarme delante de un espejo, mirando como las lagrimas caían por mis mejillas… Era incluso reconfortable. Fue algo que nunca me había sucedido. Siempre había llorado cinco minutos, poco tiempo…. Pero no lo que me paso aquel día en el hotel. No tenían fin mis lagrimas. Me tapé la cara con las dos manos. Y esto provocó que mis manos, junto con todo mi cuerpo, temblaran. ¿Qué estaba haciendo? Estaba muy confundido para poder pensar… Para decirme exactamente lo que estaba haciendo con tanto misterio… Y mi mente separó los problemas que más me preocupaban.
Primero. Las peleas con Jane no tenían sentido. Porque ella me gustaba, pero nada más. En cambió sentía como si la quisiera como… ¿Cómo decirlo? Parecía como si fuese mi hermana pequeña. Que nunca podría dejar de quererla, pero solo como hermana.
Segundo. Las continuas reconciliaciones con Rachel me estaban volviendo loco. Hasta el simple hecho, de no saber ni lo que significaba yo para ella. Un día nos besábamos, al otro nos separábamos, y al siguiente hacíamos el amor en mi casa. Eso no era ninguna relación…
Y por último, me comía de miedo pensar que me podían hacer esos hombres que me buscaban. Porque no me dejaban en paz… El dinero tampoco era para tanto. Y no me acordaba de la cantidad… Ya sabía los que le pasaba conmigo, pero no había ningún derecho. Les debía dinero, sí. Pero podía pagárselo dentro de dos semanas o incluso…
Me paré en seco. Me miré de nuevo al espejo.
-Eso es…- dije, pensando en voz alta.- Les puedo dar el dinero dentro de dos semanas. Pero, ¿cómo?
En ese momento se abrió la puerta de la habitación, y oí unos tacones que se acercaban al baño. Al girar la cabeza, vi a Rachel de brazos cruzados apoyada en el marco de la puerta. Me miraba con tristeza, esperando una respuesta por mi parte. Pero ella se adelantó a decirme:
-¿Te has decidido ya por tu plan?
Bajé la mirada con decepción.
-Tengo una idea.- musité por lo bajo.
-Venga. Dímela.
-Consígueme el número de ese Stefan Brulloti. Y les daré el dinero dentro de dos semanas.
-¿Dos semanas? Él te lo pide ya. No creo que te  deje tanto tiempo…
-¡Tu dame el puto móvil, y yo ya veré lo que hago!- le grité. Levantando la vista del suelo para mirarla.
Rachel se mordió el labio, pero estaba decepcionada. Lo noté por la forma con la que me miraba. Bajó la mirada, y a continuación salió para la habitación.
-La tarjeta está en tu cama. Cuando quieras reconciliar las cosas y hablar como una persona decente… Me llamas. Pero de momento no cuentes conmigo.- me dijo desde la puerta para salir de la habitación.
Dicho esto, cerró la puerta con un golpe sordo. De nuevo me había quedado solo. Pero lo bueno era que tenía una idea que podía funcionar para salvar mi vida.

1 comentario:

  1. enserio que le pasa a Rachel?¿? ♥
    Raul necesita su ayuda porque por fin tiene un plan que puede funcionar

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