Mis visitas!!

miércoles, 3 de agosto de 2011

Capítulo 23: Amigas

Me desperté justo cuando estábamos aterrizando. Vi el río a lo lejos, y me vinieron recuerdos de cuando iba con los amigos. En ese río, habíamos tirado a Yolanda con Jonathan. Estos dos, siempre se estaban liando. Que si un día me cabreaba.. Como si el otro te comía a besos. Era algo raro.
Había estado seis horas durmiendo. Al abrir los ojos lo vi todo con puntitos. Parecía que iba borracho porque me dolía un montón la cabeza. Lo bueno de todo, era que el avión ya estaba en tierra.

Un taxi me llevó hasta un pueblo que estaba a mitad de camino. Allí me comunicó el conductor, que podría encontrar un sitio para descansar mientras él sacaba un dinero del banco. La verdad que no estaba cansado, no tenía sueño… Solo necesitaba algo para comer. Me dejó en un bar, que estaba situado a la entrada del pueblo. Por fuera parecía un bar, pero por dentro era como un restaurante. Las paredes pintadas de color crema, y el suelo era blanco como la nieve. Un chico me situó hasta una mesa, y me senté en la silla.
-Quiero una hamburguesa acompañada con algo. Lo que sea. Y después, quiero de beber… Un refresco con un poco de vodka.- le pedí, pasándome la mano por el pelo.
-Aquí no tenemos alcohol.
Me puse rectó en la silla, y lo miré fijamente.
-Pues solo un refresco.
-Muy bien.
Cuando se volvió a su sitio, oí unas risas que provenían de delante de mi mesa. Me quedé mirando al frente, y vi varias chicas que se asomaban a donde estaba yo. Una chica cruzó su mirada con la mía, y se volvió hacia delante. Me miré a mi mismo, para saber si se estaban riendo de mi… Pero no tenía nada fuera de lo normal. Esperé a la comida un buen rato. Mientras tanto recordaba todo lo vivido por España, desde la fiesta hasta la ida de allí en avión. Pero lo que me molestó, fue que Okiyo estuviera en la fiesta de las hermanas Brulloti. Me hubiera gustado saber que hacia allí realmente…
Vi al chico traer la comida, y dejé esos pensamientos a un lado. Me puso el plato enfrente de mi, y apoyé la espalda en la silla. Estaba mareado, necesitaba despejarme… Entre en el viaje y pensar que mi vida daba otra vuelta de 180º, me ponía nervioso. Había dejado a dos chicas en Madrid, luego tenía a una abogada que resulto ser buena chica y al final del todo a Rachel. Me toqué la barbilla, y me di cuenta que no había tenido una vida normal. No había salido mucho con mis amigos desde la muerte de mi madre, no había ido a discotecas para conocer a chicas… No había vivido mi propia vida. Le di un bocado a la hamburguesa; ahora estaba en un bar no en Madrid.

Terminé de comer después de media hora. Las chicas que estaban delante de mi se levantaron justo cuando terminé, y yo hice lo mismo. Dejé la cuenta sobre la mesa, y salí fuera esperando a que el taxista hubiera venido ya. Una de las chicas, al salir, se dio cuenta de que estaba detrás de ellas. La chica tenía el pelo castaño, y unos ojos grandes de color café. Sus amigas me miraron, pero una clavó la vista en mi bastante tiempo. Se paró de golpe, y me dejó pasar. Yo pase entre todas las chicas, porque el taxi me esperaba a la esquina del bar. Cuando pase por su lado, una de las chicas dijo:
-Como esta el ambiente…
No hice caso, pero me desconcentraron sin darme cuenta. No sé porque se reían si no había nada gracioso, pero cualquier persona se hubiera pensado que se reían de ella. Al llegar al taxi, abrí la puerta trasera, pero las chicas pasaron a mi lado de nuevo. Eran diez chicas, todas muy guapas, y vestían de forma distinta también. Medité cuatro segundos, para asegurarme que lo que iba a hacer, era para conocer a gente y no para nada más. Cerré la puerta del taxi, y fui detrás de las chicas.
-Hola-les dije poniéndome a su lado
Las diez se quedaron quietas, y me miraron.
-Hola- contestó una chica con la piel muy morena. Su pelo era marrón oscuro y sus ojos eran del mismo color que el pelo.
-¿Sois de aquí?- les pregunté mientras le daba dos besos a cada una en cada mejilla.
Todas contestaron que no. Me miraban con aspecto divertido, como si yo fuera gracioso.
-Yo soy de un pueblo que está a tres horas de aquí. ¿Os suena?
-Ah, ya sé cual es…- dijo otra chica que era blanca como la pared. Tenía el pelo muy rubio y sus ojos eran azules.- Eso está por aquí cerca…
-Sí, Demi. Está a tres horas como te a dicho el chico- se burló una de ellas.
Le presté atención solo a tres chicas. Una de ellas se llamaba Jennifer, tenía el pelo de color rubio pero llevaba mechas castañas… o no se lo que era aquello. Su cara era redonda, pero sus ojos eran verdes oscuros. Me aguantaba la mirada mucho, como si quisiera imponer algo.
Otra, fue Demi. Una chica que parecía simpática y divertida.
Y por último, estaba Victoria. Ésta no paraba de sonreír, y tenía unos dientes perfectos y blancos. Era muy guapa, y su cuerpo era tan perfecto que me paralizaba.
Mientras sus amigas hablaban, la cogí del hombro y la guié a un lugar un poco apartado de las demás.
-Oye, me preguntaba si podríamos quedar algún día- le solté de repente.
<<Menos mal que solo era para conocer gente…>>, pensé.
-¿Me lo estás diciendo en serio?- sus labios se abrieron más, y pude ver una sonrisa radiante. Recorrió con sus ojos mi cuerpo, pero se paro en la cintura. Yo bajé la vista a mi cintura, y vi que la camisa la tenia un poco levantada y se veía mi tatuaje. Aunque era pequeño, se podía ver con claridad, era una “R” pero en chino.- ¿Qué dice?- me preguntó.
-Oh, es solo una “R” en chino… nada importante.
-Me gustan los chicos con tatuajes- contestó con voz seductora.
-¿Sí?
Ella asintió. Me dio su número de móvil, y me lo guardé. Me despedí de las chicas, y me monté al taxi. El conductor arrancó, y vi como el bar se alejaba detrás nuestra. Me olvidé de esas chicas, de todo lo que había hecho.. Ahora solo me interesaba el correo que había recibido de mi supuesta “madre”. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario