Mis visitas!!

domingo, 31 de julio de 2011

Capítulo 22: De vuelta a casa

-Rachel, me voy de aquí. Alejandro a estado en la casa de mi madre.
-¿Qué?-preguntó Rachel sorprendida.
Recogía mis cosas con rapidez. Lo metía todo sin mirar y sin ordenarlo. En la barriga sentía unos picazos que eran a causa de estar cogiendo el portátil, y conduciendo como un loco por las carreteras de Madrid. Mi mano estaba temblando, y lo malo, era que no sabía por qué. ¿Nervios? ¿Odio? Me daba rabia que Alejandro hubiera estado por la casa de mi madre, tocando nuestras cosas y encima, escribiendo ese mensaje. ¿Quién se creía? Solo le debía un poco de dinero, no era para hacer todas esas cosas sin sentido.
-Espera, Raúl- me estaba diciendo Rachel.- Para el carro. ¿Cómo sabes que ha estado en tu casa y no lo ha hecho desde su propio ordenador?
Yo no pensaba eso. No sabía lo que sería lo siguiente que podría hacer. Estaba metiendo la última prenda de vestir, cuando sonó una llave. La llave estaba entrando en la cerradura de mi habitación. Estaba helado, no podía moverme. Miré a mi alrededor, y vi un jarrón de color marrón que estaba encima de una mesa. Lo cogí sin pensármelo,  y lo levanté para golpear al intruso. La puerta se abrió, y vi a Estela asomando la cabeza. Su pelo pelirrojo se veía por un lado.
-¡Ahhh! ¿Pero qué haces?- me gritó Estela cuando me vio.
-Eres tú…- soplé, y dejé el jarrón en su sitio.
-¿Me quieres matar del susto o qué?- entró, y cerró la puerta con suavidad.
Aun tenía el móvil encendido, pero lo había tirado a la cama en un acto reflejo. Tenía que terminar de hablar con Rachel.
Lo cogí, y le dije:
-Escúchame, me voy hoy. Te espero en el pueblo. Si puedes terminar con tu padre, ya seguiremos hablando cara a cara.
-¿Está Estela ahí? ¿Sí verdad?- tuvimos un largo silencio, hasta que habló ella de nuevo- Cuando llegues, llámame. Adiós.
Me colgó, y me quedé mirando el móvil con una mueca. Lo metí en el bolsillo, y miré a Estela. Estaba sentada en la cama, mirando al frente. Volví con la maleta, y la cerré con fuerza. A continuación, revisé el baño para ver si me había dejado algo. Cuando entré, vi el reloj que me había regalado Rachel al lado del lavabo. Lo cogí, y me lo puse.
De nuevo salí a la habitación, y agarré la maleta.
-Raúl, ¿a dónde vas?- me preguntó Estela levantándose de la cama.
Su pelo se movió con brusquedad por el salto que había dado de la cama al verme. Pensé en no decirle la verdad, y contarle una pequeña mentira… Pero era imposible. Sentía una gran confianza con ella, aunque no le tenía que decir nada del plan. Los ojos de Estela me obligaron a hablar.
-Me voy de vuelta a Estados Unidos. He…- suspiré-, he tenido problemas con mi casa por una deuda que me dejé sin pagar, y lo tengo que solucionar.
-¿Y por qué no lo solucionan tus amigos? Como Toni…
-No, Estela. No puedo hacer eso- le interrumpí, dirigiéndome a la puerta.
-Si quieres le puedo decir a mi padre, que tiene amigos por allí, que te lo solucione.
Me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. <<¿Tu padre? Es él quien me ha hecho todo esto>>, dije en mi mente. Estela al ver que no decía nada, me repitió:
-Quédate en mi casa, por favor. ¿Es por el hotel? ¿ No te lo puedes pagar?
-No es por eso.- busqué las llaves en mi bolsillo, y después busqué mis gafas con la mirada. <<¿Dónde están?>>; Estela vio que avanzaba, y se puso enfrente de mi. Entre la puerta y yo.- Quita. Tengo que ir a comprarme un ticket para el avión. No puedo esperar más. Y no sé si tendrán a estas horas.
-Te acompaño- me respondió con tono decidido.
La miré de arriba hacia abajo, y le planté un beso en los labios. No estábamos tan separados, lo suficiente para besarnos. Cuando me separé de ella, me miró más decidida aun.
-No te creas que con un beso me vas a hacer cambiar de opinión. Te conozco bastante bien…-me quitó las llaves de la habitación con un movimiento rápido, y miró al fondo de la habitación- Tus gafas están allí.

Ella me acompañó montada en mi moto hasta el aeropuerto. Tuve que esperar a sacar el ticket, porque había mucha gente en la cola. Estela me observaba con los brazos cruzados por debajo del pecho esperando una explicación, pero yo no tenía pensando darle la verdadera. Parecía todo una barbaridad. Mentiras por todos los lados, y una persona sabía la verdad.
Rachel.
Me hacía gracia, porque en los días anteriores me estaba bañando con una chica espectacular en la piscina de su mansión… Y ese día, estaba comprándome un ticket para irme de vuelta a mi pueblo. Al darme el chico el ticket, una sonrisa apareció en mis labios aunque la quise borrar. Una sonrisa por volver a ver mi casa, al sitio donde había pasado mi infancia y no había vuelto desde la muerte de mi madre, por ver a mis amigos y a mi entrenador personal. Los echaba de menos en realidad, sobre todo ver a Toni, Jonathan, Tom… Y también a mis amigas desde siempre, como a Yolanda, Valeri, Shasa…
Me apoyé en un muro, y me quité las gafas de sol.  Mis ojos recorrieron el cuerpo de Estela, parándose en cada lugar donde habían estado mis labios. Ella también me estaba mirando pero con el ceño fruncido. ¿Estaba cabreada? Pero si a ella no le había hecho nada malo. Quizás… Claire le había contado que nos habíamos liado en el hotel…
Sin darme cuenta, me mordí el labio.
-¡Ah!- me toqué el labio con el dedo- Joder.
Me había hecho sangre al mordérmelo tan fuerte.
Estela vino hacia mi con paso rápido, y me observó el labio con una expresión que no pude describir. 
-Estás nervioso- me dijo agarrándome la cara con ambas manos para ver mejor el labio.
-Pues… No, ¿por qué?
- No te vayas.
-¿Otra vez, Estela? Tengo que irme.
-¿Por qué?
<<Esa pregunta no te la puedo contestar>>, pensé. No podía contarle la verdad aunque me estuviera amenazando.
-Ya te lo dije- le contesté lo más tranquilo que pude.
El una pantalla enorme, salió el nombre de mi vuelo, y decía que estaba a punto de salir. Le di un beso en la frente a Estela, y me separé de ella. De nuevo, nuestra relación se rompía. Anduve mientras me imaginaba a Rachel. Verla otra vez, sin duda era lo mejor que podía pasar. Mi moto la iba a mandar Estela a mi propia casa, mediante sus “contactos” como había dicho ella.
Cuando subí al avión, me estiré en el asiento. Estaba en la parte, pegada a las pequeñas ventanas. Miré como la gente llevaba las maletas, pero dejé de mirar aquello. Miré al frente del asiento, y susurré:
-De vuelta a casa.



No hay comentarios:

Publicar un comentario