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domingo, 21 de agosto de 2011

Capítulo 29: La Resaca

Risas por todos los lados, después un momento de silencio. Todo se vuelve blanco y no veo nada…. Un punto negro va apareciendo al fondo de la imagen. Ese punto se acerca, y la imagen de una chica aparece delante de mis ojos. Delgada, pelo oscuro y ojos marrones, puedo reconocerla aunque este muerto. Una voz suena a lo lejos:
-¡Sola!- la chica no mueve los labios, procede de otro sitio que no se cual es.
¿Qué pasaba? Alargo la mano para tocar a Rachel, y desaparece como la arena con el viento. Todo se vuelve blanco de nuevo, y noto como caigo, caigo y sigo cayendo a un pozo sin fin. Chocó contra algo sólido, y abro los ojos. Estoy en una casa, tirado en el suelo de madera. A mi alrededor hay sillas, una mesa… Es una cocina. Siento que alguien me toca la mano. Miro en esa dirección y veo una mano pequeña. Es un color de pie intermedio y parece la mano de un niño. Mi mirada sube hacia esa cara redonda y con ojos grandes. Enfrente de mi, hay un niño con los ojos verdes y el pelo oscuro. Me mira con una sonrisa.
-Papá, ¿estás bien?-me habla.
¿Qué esta diciendo? Yo no soy su padre. Intento decir algo pero el niño me da un abrazo. Caigo hacia atrás, y de nuevo todo se vuelve blanco.

Me desperté de golpe. Hacia calor, y estaba sudando. Me acosté de nuevo en la cama, y miré el techo con el ceño fruncido.
“Papá…”, sonaba aun esa palabra en mi mente. Que extraño era todo, pero lo fue aun más, cuando mi mano derecha se movió en esa dirección y no sintió nada. No había nadie. Ni un cuerpo, ni una chica…. Levanté la cabeza un poco para mirar por la habitación. Solo estaba mi ropa tirada al fondo y ya está. ¿Qué había pasado con Victoria? No…
 Me quité la sábana de encima, y salté al suelo. No me puse las sandalias, y bajé en solo con los calzoncillos puestos a la cocina esperando que allí hubiese alguien. Al entrar, vi como Jonathan sacaba una taza de la cafetera. La cogió entre las dos manos, y me miró con una sonrisa de agotado.
-Buenos días, grandullón.¿Qué tal la noche sin nadie a tu lado para arroparte eh?
-¿Cómo que nadie? ¿No me vine con Victoria?- pregunté sacando la leche de la nevera.
-No- contestó mientras negaba con la cabeza y se sentaba en la silla- Vi como os besabais en el sofá y ya está. Luego tú te levantaste y saliste fuera de la casa. Te caíste a la piscina, y Toni te tuvo que sacar.
-Piscina… No tengo ni idea de eso. Solo recuerdo cuando estuve hablando con ella y lo demás es borroso.- terminé de prepararme el café y pase al lado de mi amigo en dirección a la otra silla.
-Puf…- gruñó Jonathan- Hazme el favor y date una ducha bien da. Hueles a alcohol.
-Joder- me quejé, bebí un trago del café y puse una mueca de desagrado- Que mal sabe esto.
-Normal… es café de ese barato. No me puedo permitir otra cosa, grandullón. Escucha, tu quizás no pillaste nada, pero yo si…
-¿Quién? ¿De nuevo Yolanda? Pero no dijisteis que lo ibais a dejar porque…
-No, cállate.- me ordenó al interrumpirme- Mientras tú estabas con esa tal Victoria, yo estaba con una que tenía el pelo muy rubio.., ojos azules…
-Espera-dejé la taza encima de la mesa, y apoyé los codos en la mesa- ¿Me estás  insinuando que te tiraste a Demi?
Jonathan se levantó de la mesa y dejó la taza en el fregadero.
-Mira, no se como se llama porque no me acuerdo yo tampoco. Además, acabo de llegar ahora. Que son…- miró el reloj enorme que había en la pared de la cocina-, las once de la mañana. Tampoco hemos tardado tanto en hacerlo.
-Dios… ¿Dónde lo habéis hecho? Dime que un sitio decente.
-Hem…- miró a ambos lados y sonrió- En su coche.
Me levanté de la silla, y fui hacía él.
-Escúchame, esa chica no se merece que lo haga en el coche ni cosas por el estilo, ¿vale? Me cae bastante bien y es amiga de Victoria. Si quiero estar con ésta, necesito que respetes  a sus amigas aunque sea.
-Raúl, que quiso ella. Yo estaba bien en la piscina. Pero fue ella la que me cogió y me llevo al aparcamiento ese que hay al lado de la casa.
Me pasé una mano por la cara, y me di media vuelta. Necesitaba una ducha para despejarme.
-Me voy a la ducha. No hagas más burradas hazme el favor.
-Grandullón, estoy bueno. ¿Qué mas quieres?
Le lancé de broma el peluche que había en uno de los escalones de las escaleras. No vi como lo cogía, y me subí a la habitación.

Terminé de ducharme, y empecé a vestirme. Quería hacer un poco de deporte para despejarme un poco ya que siempre me había ayudado cuando estaba mal o aburrido. Mientras me metía varias cosas en una mochila, mi móvil-que no sabía donde estaba- sonó. Busqué por toda la habitación, hasta que lo encontré debajo de la cama. No sabía que pintaba aquello allí, pero bueno. Acepté la llamada, y pregunté quién era.
-Raúl, soy Estela. ¿Por qué no me llamaste?
-Ah… Estela, ¿Qué tal?- me aparté de la cama, y seguí metiendo las cosas.
-Pues yo genial, haciendo fotos todo el día. ¿Y tú? ¿Pagaste la deuda de la casa? Espero que no pasara nada… Ah, ¿vistes la moto?
-Pues… bien, como siempre. Lo siento por no haberte llamado, es que anoche un amigo se puso malo y tuve que llevarlo al hospital. Si la moto la vi, muchas gracias. Y la deuda la pegué, fue un aviso por no pagar la luz… Se ve que mi madre no lo pagó o algo.
Menuda mentira le estaba metiendo a la pobre de Estela, pero no tenía ganas de discutir con nadie, y menos con ella.
-¿Pero está bien tu amigo?- me preguntó.
-Recuperándose. Oye, te tengo que dejar… que voy a dar una vuelta.
-Espera. Te quería decir que pronto voy para Los Ángeles a hacer unas fotos a una modelo muy conocida en Italia, que a hablado con mi padre y dice que quiere que le haga fotos en Los Ángeles. Era por saber si tu puedes ir…
-¿A Los Ángeles?- guardé las llaves de la casa y bajé por las escaleras.
¿Y que hacía yo en Los Ángeles? Entre lo de Victoria, que aun no sabía como no habíamos acabado en la cama y que no me acordaba de nada… Estaba un poco confundido.
-Sí. Voy el lunes que viene, hoy estamos a domingo… sino que una semana. ¿Podrás? Es para verte, y darte un beso de los que te gustan.
-Lo intentare, Estela- entré de nuevo a la cocina, y vi que Jonathan no estaba. Abrí la nevera y cogí una botella de agua de un litro y medio- Pero no sé.
-Vale, si puedes llámame. Adiós, Raúl.
Me quedé mirando el móvil sorprendido. Perfecto… Estela me iba a visitar.


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