Mis visitas!!

jueves, 11 de agosto de 2011

Capítulo 26: Míralo por el lado bueno

Como dijo el médico, después de tres días metido en un hospital sin poder salir, me recogieron mis amigos en el coche de Tom. Salí a la calle detrás de Toni, y a mi lado estaban Jonathan y Tom. Me dijeron que los demás, no pudieron ir a saludarme porque tenían exámenes finales y no podían faltar. Nos montamos los cuatro en el coche negro de Tom, y fuimos de vuelta a mi casa -o eso creí yo-, mientras hablábamos.
-Por fin fuera, Raúl- me recordó Jonathan mirando por la ventana. Estaba mirando como pasaba un coche lleno de chicas.-¿Habéis visto eso?
Su pelo estaba más rubio que la última vez que lo vi, pero por dentro seguía igual de idiota.
-Jonathan, eres idiota. ¿Nadie te lo a dicho nunca? Y no te me pongas sentimental…- bromeó Toni terminándose de fumar el cigarro.
Él, que yo recordara antes de irme, no fumaba. Pero siempre había dicho que necesitaba algo para quitarse los nervios y los problemas de encima, y que lo mejor era fumar aunque solo fuera uno. Yo nunca había fumado, bueno… que yo recordara solo me había fumado un cigarro y fue porque el aburrimiento produce que hagamos cosas que no debemos ni nos gusta hacer. O eso es lo que creía yo.
-Gracias por recogerme. Como voy no se a donde hubiera ido- contesté mirándome con el ceño fruncido. Parecía un vagabundo.

Tom no decía nada, solo miraba la carretera. Recordé cuando lo vi en el hospital nada más despertar. Sin duda era un buen amigo, se había preocupado por mi, había ido a verme cuando estaba mal…. No sabía como agradecérselo. Me vino una pregunta a la mente, que no pude dejarla escapar:
-Tom, ¿sigues aun con Linda?
Toni y Jonathan se volvieron hacia mi con los ojos saliéndose de las orbitas. Yo seguí mirando a Tom por el retrovisor. Sus ojos trasmitían algo que no pude identificar.
-Por supuesto. Ya hacemos casi un año. ¿Y tú aun sigues igual? ¿Tirándote a las tías y utilizándolas como si fueran pañuelos para limpiarte tus asquerosos mocos, eh?
Toni empezó a reírse y le siguió Jonathan. Tom no se reía, estaba serio, al igual que yo. No me hacía gracia sacar ese tema, por eso me mordí la lengua antes de contestar. Porque cuando me lo preguntó, pensé que le iba a decir algo que no le sentaría muy bien, por eso me callé. Respiré hondo, y dije:
-A veces tienes que probar con muchas chicas hasta encontrar a tu chica ideal.
-Pues yo prefiero encontrar mi orgasmo ideal ¿sabes?-contestó Toni, mientras lanzaba el cigarro por la ventanilla del copiloto- Eso de los novios, y te quiero… No me gusta. Lo veo un poco tontería. Aunque cuando me enamoré de una chica que Raúl y yo conocemos, estuvo bastante loco por ligar un poco con ella. Eso ya paso, ya soy maduro.
-Si, sobre todo eso- bromeó Jonathan dándole un calvote a Toni.
-Joder, Toni. Eres un puto cerdo- le acuso Tom, mientras pisaba el acelerador.

Como me pude imaginar, no fueron a mi casa. Me llevaron a casa de Jonathan, que estaba en el centro del pueblo, para poder recuperarme mejor y sin prisas. La casa por fuera era normal, de dos plantes con la fachada blanca y pocas ventanas. Aparcaron justo enfrente, y bajé acompañado de mi amigo. Él fue directo a la casa, y mientras yo miraba a mi alrededor con una mueca. No era para nada parecido a la casa de mi madre o la mia que tuve en el otro pueblo. Aquí habían casas de todo tipo, y algunas parecían enormes al lado de otras. Tom se fue acompañado de Toni, y nosotros dos entramos en la casa. Un olor a colonia de hombre me invadió las fosas nasales, y tosí varias veces. En la casa habían varios cuadros colgados de Jonathan dado que el pintaba a veces en su tiempo libre y no lo hacía nada mal. Yo llevaba en una mano una maleta y la otra maleta la llevaba mi amigo. Subimos las escaleras, y dejé mis cosas encima de la cama. Estaba en el cuarto de invitados, donde solo había una ventana. Las paredes eran blancas y lisas. La cama estaba hecha, y miré a Jonathan confundido:
-Que bien limpias ¿no?
-Cállate. Ya sabes donde esta todo, te sabes esta casa de memoria…
-Cierto. Gracias por quedarme en tu casa.
-No pasa nada. Para eso están los amigos.
Se encaminó hacia la puerta, pero se paró en seco antes de cerrar.
-¿Quieres algo más?- le pregunté sacando la ropa de la maleta.
-Esta noche tenemos fiesta.
-¿Y?
-¿Cómo que “y”? Que tenemos que ir. Somos los reyes de la fiesta, y sobre todo: allí habrán chicas.
Levanté la cabeza de la maleta, y me giré para verlo.
-¿A que hora?- pregunté cansado.
-A las diez te quiero vestido, duchado y con ganas de ligar. Que pareces que estas dormido- a continuación, cerró la puerta de un golpe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario