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sábado, 24 de septiembre de 2011

Capítulo 36: Todo terminado

Cogí la última foto de la mesa y la miré con detenimiento. ¿Podía ser verdad que parecía un modelo? Todas las fotos que me había hecho Estela anoche y las de Kristen, estaban en la mesa de cristal. Las miraba con interés, porque aun no me creía que hubiera salido con una modelo famosa en unas fotos que la vería todo el mundo. Es verdad, que Estela era una modelo y muy famosa, pero no era lo mismo…
Aun estaba en casa de Estela. Eran las nueve y media de la mañana y me había despertado temprano porque no quería que me viera salir de la casa. Me quería ir cuanto antes de allí…. Quería ver a Victoria, estar con ella, besarla… Sentirlo todo con esa persona, no con otra. Con Estela me lo pasaba genial cuando salíamos los dos juntos, siempre estábamos de bromas y caricias… Pero no era lo mismo. Alguien me tocó la nuca y di un pequeño salto. Me volví hacia la izquierda y no vi nada. Pero recibí un beso de Estela en la mejilla.
-Buenos días. ¿Y eso que has madrugado tanto?-me preguntó con una sonrisa.
-Quería ver las fotos antes que nadie-  mentí.
-¿A sí? Y anoche, ¿Qué te paso?
-¿Cómo?
-No tenías ganas de estar conmigo, ¿a que si?
Cuando dijo lo último,  noté que la voz se le cortaba. Le miré a los ojos e intenté sonreír. Sabía a lo que se refería. Esa noche no hicimos el amor y fue porque le puse una excusa. Le dije que me encontraba mal y me di media vuelta en la cama dándole la espalda. Esa noche no quería estar con nadie después de lo que paso con Okiyo, me sentía mal, angustiado en el fondo… Pero en verdad, no me importaba hacer el amor con Estela. Solo que pensé en Victoria, y no pude seguirle el juego. No quería fingir más. Besos, caricias, abrazos, palabras… Era todo una mentira. Solo me gustaba una persona, solo quería estar con una persona, y solo quería besar a esa persona que era Victoria. Con ella estaba bien, me sentía como soy en realidad. No como me pintan en las revistas o por la calle.
-No-le dije a Estela- Claro que quiero estar contigo, pero anoche me encontraba mal. Ya te lo dije.
Me levanté del sofá y anduve hasta la escalera.
-¿A dónde vas?-me preguntó cogiéndome de la muñeca.
-A mi casa.
-¿Qué? ¿Me vas a dejar de nuevo sola?-me cogió mas fuerte.
-Te recuerdo que vivo en un pueblo, no es Los Ángeles.
-Solo tres días… ya me acuerdo.
-Pues eso, tres días.
Me soltó y subí las escaleras. Esto ya se acababa, no quería más mentiras. Siempre diciendo cosas que no eran ciertas, atormentándome cada segundo por las mentiras que les metía a las chicas en la cabeza. Todo me parecía estúpido.
Entré a la habitación donde dormíamos los dos, y saqué la maleta del armario. Oí los pasos de Estela entrar detrás de mi, pero no le hice caso. Dejé la maleta en el suelo y cogí toda la ropa del armario. Ni siquiera la doblé y la metí dentro. Cerré la cremallera y la cogí con una mano. Al volverme, Estela se puso enfrente de mi.
-¿Me llamaras?-me preguntó acercándose a mi pecho y apoyo su cara en él.
-No lo sé.
-¿Cómo que no sabes?
Noté como las lagrimas de Estela manchaban mi camisa y le acaricié el pelo.
-No llores-le dije despacio.- Sabes que no soy tu novio y que nuestra relación se acabó hace tiempo.
La verdad, la pura verdad salía de mis labios.
-¿Estas insinuando que ya no me quieres?
-Te voy a decir la verdad, hace mucho tiempo que dejé de quererte.
Nada más decir esto Estela se separó de mi. Cuando le miré, una tristeza me invadió y tragué saliva. Levantó el brazo señalando a la puerta.
-Vete- me dijo con lagrimas en sus ojos.
-Te tenía que decir la verdad, Estela- di dos pasos hacia delante y me quedé mirándola a los ojos.
-La verdad duele por muy delicada que la digas.
-Lo siento, no quería hacerte daño.
-Fuera.
-Estela…
No me dejo terminar y me dio un guantazo en la cara. Me quedé quieto y apreté los dientes. Cerré los ojos.
-He dicho que te vayas ahora mismo- me gritó Estela empujándome por la espalda hasta las escaleras. Abrí los ojos y empecé a bajar, sin mirar hacia atrás. Cuando llegué a la puerta principal, la asistenta abrió la puerta y vi la calle. Me volví antes de salir.
-Me lo pase muy bien contigo. Siempre me lo paso bien cuando estamos juntos. Pero, no puede ser.
-¡Ni me hables!
Salí y cerró la puerta con fuerza. Cerré los ojos y cogí el móvil. Me llamaba alguien, y acepté la llamada. Me puse el móvil en el oído.
-Yo nunca te diré que te vayas, Raúl.- me dijo Okiyo.
Apreté la mandíbula y lancé el móvil a un coche que pasaba por la calle. El móvil chocó contra el cristal, rompiéndolo, y empecé a andar para coger un taxi.


3 comentarios:

  1. ay xik q trist y fuert
    q malititiitooo,pero es mejor asi y c como duele q el ser q amas con cada celula d tu cuerpo t diga ya no t amoo :(

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  2. vas a seguir? por k no esta bien k see kede con victoria y de rachel no se sabe nada

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