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martes, 6 de septiembre de 2011

Capítulo 32: Sin hacer nada

Victoria me dejó en casa de Jonathan. Por el camino solo habíamos escuchado música y hablado apenas. Me lo había pasado muy bien esa noche con ella, y quería que la noche siguiera. Victoria era tan distinta a las chicas con la que había salido que no me lo creía. Era madura, sabía lo que quería, y en algunas cosas me comprendía tanto como yo a ella. Recordé al salir del coche, el beso que me había robado en el cine, sus labios eran suaves y quise que el beso siguiera durante toda la película…. Pero no pudo ser.
Le miré al salir del coche, mientras cerraba la puerta.
-¿No entras?- le pregunté, mirando hacia la casa.
-Mañana tengo que trabajar y no puedo quedarme.- me respondió, con una leve sonrisa.
-Venga, pequeñaja…-di la vuelta por delante del coche, y me apoyé en su puerta. Tenía la ventanilla bajada, y pude mirarla de cerca- Una copa, eso no es nada.
-No puedo beber tengo que conducir-me interrumpió de repente.
-Pues bebes agua, por eso no pasa nada- me reí- Quédate conmigo un rato, venga…
-¿Qué?- se rió- ¿Contigo? ¡Pero si no es tu casa!
-¿Y?- me acerqué más, y noté su respiración. Casi podía tocarla- No vamos hacer nada si tú no quieres.
-Eres muy atrevido ¿no?- me aguantó la mirada.
-Lo intento.
Supuse que fue la sonrisa que le puse, porque Victoria se desabrochó el cinturón, y abrió la puerta del coche. Me aparté y di varios pasos hacia atrás. Cuando bajó del coche, no pude dejar de mirarla.  Cerró la puerta, y se acercó a mi. Estuvimos apunto de besarnos pero ella no se acercó más.
-Solo una copa, chico de tatuajes.- me advirtió.

¿Quién dijo una copa solo? Porque al final no acabó así. Nos bebimos una botella entera de vodka entre los dos y estuvimos jugando a un juego que al final me gusto. El juego trataba de decir una verdad cuando el otro amigo te preguntaba, y si no querías decirla, te quitabas una prenda de ropa. Victoria fue la que me preguntó primero, me dijo que si alguna vez había hecho un trío con dos chicas. Yo en vez de decir la verdad, me quité la camisa. Ella se quedó mirando mi pecho desnudo y sonrió.
-¿No me vas a decir la verdad?- me preguntó tocándome la nariz con el dedo índice.
-Es mejor no saberla- me reí.
La verdad era que si, si que había hecho un trío con dos amigas, pero todo eso era agua pasada… No quería recordarlo. Estuvimos preguntándonos todo el tiempo, hasta que nos quedamos en ropa interior. Los ojos se me iban detrás del cuerpo de Victoria sin poder hacer nada y ella me miraba los tatuajes.
-Ahora puedo ver mejor tus tatuajes, Raúl- contestó Victoria, levantándose del suelo.
Se levanto y cayó de espaldas a la cama que tenía detrás suya. Yo me levanté también, y cuando la vi tirada en la cama no me pude resistir. Me acosté encima de ella muy lentamente, y le bese en los labios. Le volví a besar,  y mi mano bajó por su pierna suavemente. Victoria respondía a mis besos, e hizo que diéramos la vuelta en la cama. Ella se quedó arriba y yo abajo mientras nos seguíamos besando. Mi mano descansó en su culo, mientras mi otra mano buscaba el cierre del sujetador. Victoria me seguía besando, y justo cuando le desabroché el sujetador, ella dejó de besarme y me miró con una sonrisa.
-Mañana trabajo, Raúl. Tengo que irme.
Se levantó de encima de mí, y se abrochó el sujetador.
-¿Te vas?-dije sentándome en la cama.
Victoria se dio media vuelta y me miró. Se rió varios segundos, y miró a mi entrepierna.
-Veo que te lo estabas pasando bien… Pero lo siento, otro día será- se puso la falda y la camisa de tirantes.
Miré a lo que tenía entre las piernas,  cogí un cojín que había en el suelo y me tapé. Me levanté de la cama, y fui a donde estaba Victoria. Ésta me miró y puso los brazos en jarras.
-¿Y ahora que quieres?- me preguntó haciéndose la seria.
-No me dejes así, pequeñaja. - le pedí, y le di un beso en los labios.
-Otro día seguimos, Raúl. Adiós.
Se puso las cuñas, y la vi salir de la habitación. Cuando oí la puerta principal que se cerraba, me dirigí al baño rápidamente. Me miré en un espejo que había de cuerpo entero, y vi a un chico en calzoncillos y con un cojín entre las piernas. Puse una mueca y salí de la habitación.
-Espero que esto no quede así…- y me tiré en la cama.

Seguí saliendo con Victoria tres días más, hasta que faltaban dos días para irme con Estela a Los Ángeles. La relación entre Victoria y yo, había mejorado bastante, aunque todavía no nos habíamos acostado. Ella siempre me dejaba con las ganas de seguir, y estuve a punto de cabrearme. No era normal que me dejara siempre excitado hasta las cejas, y luego se fuera por cualquier cosa que tenía que hacer al día siguiente. Aunque notaba que con Victoria existía algo que me obligaba a seguir viéndola.
Era sábado por la mañana, cuando recibí una llamada a las once y media. Oí el móvil, pero no me levanté porque tenía bastante sueño. La noche anterior, había ido con Victoria a tomar algo, y había vuelto a las cuatro de la mañana por culpa de Jonathan que me dejó en la calle. Le dije que me diera las llaves porque no lo vería para pedirselas, pero él no me hizo caso, y paso lo que paso. El móvil seguía sonando, y levanté la cabeza para ver donde estaba. Vi que estaba en la mesita de noche, y mientras bostezaba, me acerqué a cogerlo.
-¿Quién es?- pregunté medio dormido.
-No es bueno esconderse en la casa de los amigos, Raúl- la voz de Okiyo provocó que me despertara enseguida- Ahora te quedas con tu amigo y no vienes a verme… Muy mal.
-¿Qué quieres, Okiyo?- le pregunté cabreado.
-Lo primero: no me grites; Lo segundo: ¿te vas a Los Ángeles y no me dices nada?- su risa se oyó por el móvil.
-¿Cómo lo sabes?- empecé diciendo.
-Lo sé y punto. Pero yo hago las preguntas y tú respondes. ¿Y eso qué te vas? ¿Ya no me quieres?
-Okiyo, olvídame- me aparté el móvil y le di a colgar.
Ya no le tenía miedo a Okiyo, solo era una chica que estaba loca y necesitaba más de un tornillo. Se había obsesionado conmigo y eso era todo. No le iba a seguir el juego como las otras veces, y más ahora que tenía una vida bastante diferente. Tenía una relación estable o eso pensaba y una vida nueva.
Me acosté de nuevo en la cama, y no conseguí dormirme de nuevo. Definitivamente, Okiyo no me dejaría dormir. ¿Cómo podía seguir llamándome y persiguiéndome? Parecía que no tenía nada mejor que hacer en su estúpida vida. Miré hacia el techo, y mis recuerdos con Okiyo me vinieron encima sin poder hacer nada.
Me acordé cuando vino a mi casa un día. Abrí la puerta, y me besó en los labios mientras tiraba de mi para salirnos fuera del piso. En medio del pasillo, me pegó contra la pared y seguimos besándonos. Me puso mis manos en su culo, y no pude hacer nada cuando oí la voz de ella… La voz que tanto me atormentaba por las noches haciendo que no durmiera. Vi sus ojos marrones llenos de agua, y por su rostro resbalaban lagrimas. Rachel me miró con tristeza, y se fue. Yo en vez de ir detrás de ella y explicárselo todo, me metí dentro del piso con Okiyo.
Me senté en el mullido colchón, y respiré hondo.
<<¿Cómo le pude hacer eso a Rachel?>>, pensé enfadado.
Ella era una buena chica y se portó bastante bien conmigo… Y no hice nada por ella mientras estuvimos juntos.
El móvil sonó de nuevo, y lo miré de reojo mientras el odio a mi mismo crecía en mi interior. Acepté la llamada al coger el móvil.
-Okiyo, por segunda vez te repito que…- comencé diciendo a la loca de Okiyo.
-¿Okiyo? ¿Perdón?- la voz de Estela me sorprendió e hizo que me levantara de la cama de un salto.
-¿Eh? ¿Estela?- maldije a Okiyo- Lo siento, me pensaba que era otra persona…. ¿Qué tal todo?
-Pues.., escucha, estoy en casa de tu madre y vi que no estabas. No hay nadie.
-Ya, es que estoy en casa de Jonathan, pero espera: ¿Qué haces aquí?
-Lo siento por no avisarte, pero nos tenemos que ir ya. El avión nos esta esperando en el aeropuerto que hay por aquí cerca.
-¿Avión? ¿No nos vamos en coche?- ya me estaba vistiendo.
Me puse los vaqueros, y cogí una camisa que se abrochaba por delante. Como ya se me había curado lo de la muñeca, pude abrocharme la camisa sin problemas.
-Nos vamos en avión, ya que tardamos nada.
-Entonces, tengo que coger dinero para pagar el billete…-empecé diciendo, mientras corría por toda la habitación.
-De nuevo te equivocas. Es el avión privado de mi familia y viajamos gratis.
Metí toda la ropa que pillé en la maleta de mano, y bajé por las escaleras. Jonathan estaba en el salón, cuando me vio aparecer. Movió los labios y pude leer: ¿A dónde vas?
-Estela, ven para casa de Jonathan. Ya sabes donde está.
-Tardo nada, estate listo.
Me guardé el móvil en el bolsillo del pantalón, y entré a la cocina. Oí como Jonathan se levantaba de la silla donde había estado pintando un poco, y entró a la cocina. Cogí tres naranjas que las tenía guardada en la nevera, y miré a mi amigo mientras me preparaba un zumo. Jonathan iba sin camisa y solo llevaba puesto unos pantalones de chándal. Llevaba el pecho manchado de pintura verde y roja, y se rió cuando me miró.
-¿Ahora a donde te me vas, grandullón?- me preguntó apoyándose en la pared.
-A un sitio- terminé el zumo y me lo bebí de un trago. Dejé el vaso en el fregadero y miré a mi amigo- ¿Qué pasa?
-Nada…
-Dilo.
-¿Con quien hablabas? Yo te aviso, esta noche salgo con Demi de fiesta, y no se si te veré, es por dejarte las llaves o….
Antes de poder contestarle, el timbre de la casa sonó. Y fui a abrir, pero Jonathan se me adelantó. Cuando abrió la puerta, me quedé de piedra al ver a Estela. Llevaba su pelo pelirrojo suelto, e iba con unas gafas de sol bastante grandes. Parecía, como siempre, una modelo.
-¡Estela! ¡Cuánto tiempo!- Jonathan le dio un beso en la mejilla.
-Buenos días, Jonathan.
Llegué por detrás, y puse una mano en el hombro de mi amigo. Apreté para que se alejara de Estela, mientras sonreía. Jonathan dio unos pasos hacía la derecha y le solté. Me acerqué a Estela para darle un beso en la mejilla, pero ella me sorprendió cogiéndome de la cara con sus manos suaves y dándome un beso en los labios.
-¿Qué rápido has venido no?- fue lo único que pude contestar después del beso.
-Si, es lo bueno de tener coches deportivos. Oye, nos tenemos que ir ya. Lo siento por no avisarte pero tengo que estar casi dos días antes en Los Ángeles para recoger unas cosas.- me cogió de la mano y tiró de mi para irnos.
-¿Los Ángeles? Que coño…- exclamó Jonathan de repente.
-Espera un segundo, Estela.- me aparté de ella, y fui derecho a mi amigo. Él me miraba sorprendido y supe lo que estaba pensando.-Jonathan, una palabra sobre esto a Victoria y te cortó los huevos, ¿entendido?
-Joder, tío. Haberme avisado y me voy con vosotros…- se rió.
-Te lo estoy diciendo en serio. Nada sobre esto a nadie.
-Vale, vete tranquilo.
Le di un abrazo, y fui a donde estaba Estela. Ésta iba vestida con un vestido color blanco con un cinturón negro encima y unos tacones plateados. Subimos los dos al coche, y me miró con una sonrisa.
-No sabes cuanto te echaba de menos- y a continuación, arrancó el coche.

2 comentarios:

  1. Que capitulazo e.e Raul pensando en lo mismo, mucho ha guantado ya xD Felicidades por un gran capitulo cielo, sigue así, lo estas haciendo genial :D

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  2. me encanta la historia!! :) te sigo ;) pasate por mi blog a ver que te parece la mia ;) http://laluzdemioscuridad.blogspot.com/

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