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miércoles, 20 de julio de 2011

Capítulo 20: Pasa el tiempo...

Tanta libertad puede causar problemas que no se pueden solucionar por ti mismo. Esa libertad, te crea un honor y un orgullo que nunca lo querrás perder. Ese orgullo provoca peleas que a veces duran el tiempo suficiente para romper una relación.
Abrí los ojos y sentí como la oscuridad caía encima de ellos. Una respiración se oía a mi izquierda. Pasé la mano por un pelo liso y corto. De nuevo a la realidad. Me levanté de la cama y empecé a vestirme. Cuando terminé, salí de la habitación en silencio. Andando por el pasillo a las seis de la  mañana me resultaba confortable. Sin ruidos, sin gente que hablaba… Solo el ruido del tráfico. Entré en el ascensor, y cuando las puertas se cerraron, di un suspiró largo y cansado. Los pensamientos hacía Rachel se habían multiplicado desde que me había acostado con Claire. Eran pensamientos malos y buenos, aunque iban acompañados de sentimientos y recuerdos felices. Un recuerdo fue cuando estuvimos paseando por las calles de Madrid. Ella se fue a hacerse una foto, y yo me quedé sentado en el borde de una fuente impresionante. Me dijo que le sacara la foto, y yo lo hice. Pero cuando vino, se tiró encima de mi, y nos fundimos en un profundo beso.
Las puertas del ascensor se abrieron, y pude ver como los sirvientes del hotel empezaban a limpiar la entrada. Salí del ascensor, y saludé al recepcionista. Al salir del hotel, un aire caliente invadió mi cara. Miré a ambos lados de la calle, y a mi derecha pude ver a María, la chica que había conocido en el ascensor. Parecía enfadada, porque daba demasiadas caladas a su cigarro hasta no poder absorber más.
-Hola, señorita- le saludé, sentándome a su lado.
-Hola, Raúl- me contestó seria.
Tiró el cigarro al suelo con asco, y lo piso.
-¿Qué hace vos por acá?- me preguntó mirándome.
No me había dado cuenta, que María no iba vestida como la vi la última vez. Llevaba un vestido blanco ajustado, y en la muñeca derecha estaba llena de pulseras de diversos colores que le daba un toque más joven.
-He salido a despejarme un poco.
-Hum…-me pilló mirándole las pulseras- ¿Te gustan?
-¿Las pulseras? Sí, son fantásticas. Me gusta mucho llevar alguna que otra de mis amigas.
-Ahora no llevas ninguna- me recordó.
Me miré la muñeca sorprendido.
-Me las dejé en mi casa. Mierda.
-Tranquilo…- se quitó una de la muñeca, y me la dio.- Para ti.
-Gracias, María.- me la puse, y la miré confuso- ¿Y tú? ¿Qué haces aquí?
-He tenido algún que otro problema personal…
-Ya veo… Esos son los peores.
-De novios, mejor dicho.
-¿Perdón?
-El problema se trata con mi ex novio. El niño dice que quiere irse a Argentina conmigo, pero yo ya le dije que no quiero nada con él ni con su familia.- cerró un momento los ojos, y cuando los abrió de nuevo, estaban inundados de lagrimas. No conocía de nada a aquella chica, solo la había visto dos veces, pero sabía como se sentía. Le pase un brazo por la espalda y le apreté contra mi- Y encima,- continuó- me dice que yo he tenido la culpa de que  nuestra relación se haya roto… y fue él.
-Venga, tranquila. No pasa nada, siempre puedes tener a más hombres detrás de ti con lo guapa que eres.
-¿Vos lo crees?
-Claro que lo creo.
Nos dimos un abrazo. Supuse que dándole un abrazo se sentía mejor, y lo logré.
Cuando terminé de hablar con ella, la vi un poco más contenta. Después, cuando subí a la habitación todo cambió.
Al entrar a la habitación, vi a Claire sentada en la cama con cara de enfadada. Cerré la puerta y caminé hacia ella.
-¿Qué ha pasado para poner esa cara?- le pregunté estirando el brazo para acariciar su mejilla.
-No me toques- me apartó la mano de un manotazo- ¿Dónde estabas?
-Bajé a dar una vuelta y a tomar un poco el aire.
-Ah, vale. Haber si lo entiendo… Hum…. ¡Tomas el aire dando abrazos a otras chicas!
-¿Qué? ¡¿Pero qué te pasa?!
-Te he visto con esa chica abajo. Hay muy buenas vistas desde la ventana.- se levantó de la cama, y empezó a vestirse.- Yo me voy.
-No, Claire. Por favor…
-Olvídate de mi. No sé como me pude fijar en un tío tan cabrón y mentiroso.- se vistió en nada de tiempo, y caminó hacia la puerta.
-Espera.- me puse entre la puerta y ella.
-Quítate- me ordenó.
-Por favor…
-¡Ahora!
Hice lo que me ordenó, y me pegué a la pared de la habitación. Respiraba con dificultad, y me sentía mareado. Vi como el suelo venía hacia mi, pero no sentí nada cuando mi cabeza chocó contra el suelo.
Un dolor fuerte se extendía por mi cabeza. Tosí varias veces, y salió un hilo de sangre de mi boca. Me toqué el labio, y exclamé algo indeseable. Me había hecho un corté en el labio inferior y sangraba. Mi móvil no paraba de sonar. Me levanté para cogerlo, pero dejó de sonar. Me fui al baño, y me miré al espejo. <<Necesito una ducha>>, pensé tocándome la cabeza.
Mientras me duchaba, mi mente me hizo una broma que no me gusto. Jugó con mis recuerdos, haciendo que me quedara quieto al instante.
Mi madre me hablaba desde la cocina, diciéndome que la merienda la tenía puesta en la mesa. Yo iba, y me sentaba en la silla. Mi madre, tan risueña como siempre, se sentaba enfrente de mi y me contaba lo que había hecho en todo el día. Yo la escuchaba con suma atención, porque me encantaba que me contase todo lo que había hecho. Pero aquel día, a mi madre se le apagó la voz de repente. Se quedó mirando la mesa, y una lagrima cayó al mantel.
-Mamá, ¿Qué te pasa?
Me acercaba a ella, pero su sonrisa volvió a salir de la nada.
Yo para entonces tenía ocho años, y no entendía que aquel día mi madre lo había pasado mal. Le habían amenazado de muerte por haber topado el coche de un tipo que tenía mucho dinero. Pero yo no sabía ni quien era. Mi madre se llamaba Isabelle, era una mujer atlética y guapa. Siempre había cuidado su físico, pero no era una obsesiva con la dieta. A sus catorce años, ya estuvo trabajando con mis abuelos en una frutería que tenían en el pueblo donde nací. Pero… la frutería cerró cuando mis abuelos murieron y mi madre se puso triste.
Tres pequeños golpes se oyeron por toda la habitación. Miré la puerta, y y fui a abrir. Cuando lo hice, me encontré con una pistola en la frente.
-Entra- la misma voz  que me había hablado muchas veces, me ordenaba que entrase a la habitación.
La reconocería por tantas cosas que no fue necesario decir su nombre. Sus rasgos japoneses se notaban más con la luz de la mañana. Cerró la puerta tras de ella, y apareció en sus labios esa sonrisa que me resultaba tan difícil de identificar.
-Te veo en una fiesta con las anfitrionas; no me llamas cuando te pilló mirándome; no me hablas tampoco… Encima, te acuestas todas las noches con la hija de un multimillonario, ¿y no me dices nada? Nuestra amistad se está rompiendo, Raúl.
Quité el cañón de la pistola de mi frente, pero Okiyo me lo volvió a poner.
-No te digo nada…- me reí un rato- Soy yo  el que miento a un famoso multimillonario diciéndole que otra persona, que es inocente, a matado a su hijo. Soy yo; También soy yo el que viene cuando le da la gana, apuntando con una pistola a otra persona. Soy yo de nuevo.
-¿Me estás acusando por lo de Stefan? ¡Te iba a matar!
-¡Pero hay otras maneras de salvarme!
-No me grites- su tono de voz, hizo que me callara. Sabía como era Okiyo, su carácter era fuerte, y si se descontrolaba… podía pasar algo malo en cualquier momento.- Hum… eso de ir mintiendo a la novia está muy mal, ¿ no Raúl?
-No metas a Rachel en esto.
-Venga… si fuiste tú quien empezó este maravilloso juego de chicas. Hoy me beso contigo, mañana me beso con tu vecina, al otro día con tu hermana…
-¿Qué quieres?
Su mirada recorrió todas la habitación, y se centró en la cama.
-Hagámoslo.- me contestó divertida.
-Tú estás loca.
-Venga, Raúl. Si tienes ganas.- se acercó a mi y empezó a quitarme los pantalones.
Le di un empujón, y me los volví a abrochar.
-No, Okiyo. Hoy no.
-¡Quiero ahora!
-No me puedes obligar a hacer algo que no quiero.
Esa chica era muy extraña. Entraba con una pistola seria, luego se reía, y me decía que lo hiciéramos en ese mismo instante… ¿Pero le faltaba un tornillo o qué?
-Pues… otro día- me dijo bajando el arma.
-Vale. Ya te llamaré cuando pueda.
-Más te vale.
Abrió la puerta, y se guardó la pistola detrás de la espalda. Cuando cerró la puerta, me pase las manos por la cara nervioso.
¿Qué estaba haciendo?

4 comentarios:

  1. Me he tragado los capítulos que estan publicados y he de decir que no me han gustado. Es una historia de amor del montón, como todas.
    Te deseo que sigas escribiendo y si de verdad deseas ser escritora, cambia el chip y sé original, esto está muy leido.

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  2. Hay historias de muchos generos, y por repetir genero no significa que no sea original, al decir que es del "montón" y luego decir "como todas", creo que no te gustan las historias de amor.

    Si no te ha gustado, lo siento mucho, a mi y a otros muchos nos encanta, pero si no te gusta, no tienes derecho a decirle a la escritora que "cambie el chip", ya que publica lo que quiere.

    Creo que es una historia genial que le da mil vueltas a otras muchas, y que hablo en nombre de otros muchos en decir, que queremos mas :)

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  3. Hola! Me encantó! Me he leido todos los capitulos!!
    Y el que ha comentado en anonimo (o la que ha comentado), si no te gusta personalmente lo entiendo, para gustos colores, pero no le digas "que cambie el chip" o que "es una historia del monton" porque si nos ponemos así ningún libro merece la pena. Porque el amor está en TODOS así que no digas tonterías.
    Y a la escritora, sigue así, porque vales la pena:)
    Yo tb soy escritora, pásate por mi blog: http://amormasalladelaunicidad.blogspot.com/
    y dime qué te parce, a partir de mañana comenzaré a subir una historia(:

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  4. Veamos, una historia que se basa en las relaciones entre chico-chicas. Yo no le veo un amor muy amor pero allá cada uno. Unos ven las obras de Jane Austen como de súper amor y otros lo ven como puro decoro elevado a la máxima potencia.
    Obviamente a los 24 fans que tiene la historia les gustará, pero a mi sinceramente no. Esta chica escribe muy bien pero la historia no es buena. Siento decirlo pero es así, podría ser mucho mejor si intentara escribir sobre otras cosas que no estuvieran tan usadas. Entre esto y los que escriben de amores entre pasillos ya no hay lugar a la imaginación y es una pena porque repito, escribes MUUUUUUUUY bien.

    Como bien ha dicho María, para gustos los colores. He leido muchas historias de amor y sinceramente esta no es destacable. Preguntale a cualquier otro escritor que no haya oido hablar de tu novela nunca. Dile: Voy a publicarla, ¿te parece buena o le cambiarías algo?" Te aseguro que si la gente es sincera te diran, cambiaría algo (por no decir escribiría otra historia nueva). Ahora, siento a quien le pueda ofender, yo entiendo que os guste pero simplemente he dejado mi opinión, como vosotros tenéis las vuestras y ya está. No hay mucho más.

    Ahora, también valoro lo que es exponer una historia en internet. No es algo fácil, ni siquiera lo es escribirla pero ya te digo, creo que esta chica tiene mucho más nivel que el que está demostrando con esta historia. (No lo toméis como una crítica mala u ofensiva, de estas cosas se aprende. De que sirve que todo el mundo te alabe los vientos para que luego te lleves un chasco, no? Al menos desde mi punto de vista).

    Un saludo y si he ofendido a alguien con este mensaje o con el anterior, lo siento. No era mi intención.

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